Mi amada madre Martha Yrene y a quien dedicaba este blog falleció el martes 8 de Julio a las 10 : 30 am, se quedo dormida desde el domingo anterior, ya débil pero en paz, sin sufrimiento, sin dolor y con sus 3 hijos presentes y cuidándola.
Hay silencios que no se llenan con palabras, y vacíos que solo el amor puede sostener.
Desde el día en que partiste, mamá, he intentado muchas veces volver a escribir en este espacio que tanto te representaba. Pero cada palabra que te buscaba terminaba en lágrimas, y cada recuerdo de tus días de lucha contra la PSP (Parálisis Supranuclear Progresiva) me recordaba lo frágil y valiente que puede ser la vida al mismo tiempo.
Cree este blog como un lugar de esperanza, de información y de compañía. Lo abrí en tu homenaje, y ayudar a otros a comprender lo que los médicos aún no saben explicar con claridad.
Con el tiempo entendí que no era un blog sobre la enfermedad… era una carta de amor a la vida.
Y por eso me cuesta tanto continuar.
Porque seguir escribiendo es también aceptar que ya no estás físicamente, aunque tu voz siga aquí, en cada línea.
He pensado en cerrar el blog, en dejarlo como una cápsula del tiempo. Pero también entiendo que hay personas que llegan cada día buscando respuestas, consuelo o simplemente la certeza de que no están solos.
Y tú, mamá, siempre fuiste de las que querían ayudar siempre.
Así que, aunque me duela, he decidido mantener vivo tu espacio. No como un memorial triste, sino como una extensión de tu vida, y de una enfermedad cruel que no mereciste y de transformar el dolor en conocimiento compartido.
Cada artículo que publicado, cada reflexión, fue tu manera de decirle al mundo que hay mucho por avanzar en esta enfermedad.
Hoy quiero continuar. Seguiré compartiendo información, avances médicos, testimonios y experiencias… pero también seguiré hablando de ti. De cómo enfrentaste cada diagnóstico con fe, y de cómo me enseñaste que la salud no siempre se mide en órganos, sino en alma.
Gracias, mamá, por dejarme seguir esto que comencé.
Por demostrarme que escribir no es solo comunicar, sino sanar.
Por enseñarme que incluso cuando el cuerpo se rinde, el amor nunca enferma, nunca muere, nunca olvida.
Este blog sigue siendo tu voz.
Y mientras alguien encuentre aquí una respuesta, una caricia o una razón para resistir, seguirás viva en cada palabra.
Con amor eterno,
Tu hijo, Jaime.

